Descripción
Augusto. Áureo. (7,81 g.). Lugdunum. 2 a.C. – 12 d.C.. RIC-206. EBC. Rara en esta condición .
CAESAR AVGVSTVS-DIVI F PATER PATRIAE, cabeza laureada de Augusto a la derecha / AVGVSTI F COS DESIG PRINC IVVENT, Cayo y Lucio César, ambos togados, de pie, uno frente al otro, cada uno apoyando la mano interior sobre un escudo en el suelo con una lanza detrás; simpulum (a la izquierda) y lituus (a la derecha) girados hacia dentro en el campo superior; CL CEESARES en exergo. Calicó 176a. RIC I 206. Un bello ejemplar, con superficies lujosas y sedosas que brillan cuando se giran en la mano. Este áureo muestra los acuerdos de sucesión que Augusto esperaba implementar para el estado romano. Tras la muerte de su sobrino favorito Marcelo, Augusto depositó sus esperanzas de sucesión en los jóvenes Cayo y Lucio César, sus nietos a través de su hija Julia y su íntimo amigo Marco Agripa. Cayo nació en el año 20 a. C. y Lucio tres años después. Augusto los adoptó formalmente a ambos y les dio un avance acelerado en el cursus honorum, o escalafón de cargos públicos. También supervisó cuidadosamente su educación y los exhibió en actos públicos para que se granjearan el cariño del pueblo y del ejército. Hay indicios de que el hecho de que los colmaran de honores y adulación se les subiera a la cabeza, pero la historia nunca sabrá si sus reinados habrían sido superiores al que vino después de Augusto, pues ambos sufrieron finales prematuros. Lucio enfermó durante una visita de Estado a la Galia y murió en Massalia en el año 2 d. C. Dos años más tarde, Cayo sufrió una herida durante una escaramuza con los partos en la frontera oriental y murió en Licia. Augusto quedó devastado y pasó el resto de su reinado hundido en la depresión. Sus muertes despejaron el camino para Tiberio, el severo yerno de Augusto a través de su esposa Livia, y abundaron los rumores de que ella había conspirado de alguna manera para las muertes de Cayo y Lucio, y posiblemente también para la de Marcelo, pero las circunstancias dispares de sus muertes dejan pocas dudas sobre la inocencia de Livia.